VIDEO | Andrea "La Cobrita" Sánchez se prepara para buscar el título mundial: "Es el combate de mi vida"





Andrea “La Cobrita” Sánchez, de diez años de trayectoria profesional, reside en el barrio desde que conoció a su marido, y siente que estas tierras la adoptaron: Villa Devoto.
Entrena todos los días en el “Félix Marino”, el club de la zona y se prepara para su próxima pelea: el 1 de febrero, en la que buscará sumar el Título Mundial Minimosca en el Arena Carlos Paz, y será transmitido por Combate Space y TNT Sport. La boxeadora asegura que "siempre estuve enfocada en mi meta: ser campeona del mundo en mi categoría".
Andrea tiene 34 años. Nació en Villa Ángela, Chaco, es hija de otro famoso boxeador, Martín “La Cobra” Sánchez, del cual heredó el apodo, y la mayor de 7 hermanos. Apenas arribada a Buenos Aires residió en Almagro, porque allí se encuentra la sede de la Federación Argentina de Box.
Luego se alojó en el Cenard. Nada la vinculaba en ese entonces a Villa Devoto, hasta que en 2018 conoció a quien se convertiría en su marido.
“La Cobrita” también modela para marcas deportivas. De niña, trabajó con su familia en el campo: hizo ladrillos y cosechó algodón. Madre de un nene de 4 años.
Creció en una familia de boxeadores: su papá es Martín "La Cobra" Sánchez. Sus tíos también boxearon, pero no fue hasta que vio a su padre vencido en el cuadrilátero que despertó en ella una furia ancestral y un deseo de "venganza" con la vida por considerarla tan injusta para ese hombre que unos meses antes lloraba la muerte de uno de sus hermanos.
"No merecía perder. Estaba abatido y salió a pelear igual, pero ese combate fue su único nocaut", recuerda y aún le duele. “Papá, yo voy a pelear y buscar el título de campeona del mundo", le prometió.
“Mi marido es nacido en Devoto, y su familia vivió toda la vida. Nos vinimos rápidamente a vivir juntos y me enamoré del barrio, donde los vecinos me adoptaron”, cuenta Andrea.
En este barrio atravesó el embarazo de su hijo, Augusto. “Pasé toda la pandemia embarazada y por eso es que a mi hijo ya lo conocen y preguntan por él desde antes de nacer. Es algo bien de pueblo, me encantó”, agrega.
“La Cobrita” cuenta que el primer lugar donde socializó en Devoto fue el Hospital Zubizarreta. “Cada seis meses, los boxeadores tenemos que hacernos estudios para renovar nuestra licencia. Y mi marido me llevó allí, fue la primera vez que iba. Me trataron muy bien, y después, nos hicimos conocidos con los médicos”, explica.
La reconocida boxeadora entrena todos los días en el Club Ateneo Félix Marino, de Habana 4568. “Como deportistas de alto rendimiento, siempre buscamos un club que nos apadrine, nos sponsoree y nos dé un lugar de entrenamiento. Cuando me mudé a Devoto, mi marido me habló de acá, porque él también frecuentaba el gimnasio. Me dijo que era familiar, y que era parecido a los sitios donde entrenaba. Lo vi bien, y cuando él fue a hablar para que me apadrinen, no lo dudaron: me dijeron que esta era mi casa, todo muy ameno”, narra.
En este club pasa varias horas al día: hasta que no finaliza su rutina no se va. Y luego sale corriendo a buscar a su hijo al jardín, también en el barrio. Por esto, siente que el Ateneo Félix Marino es su “segunda casa”.
“Es muy completo y encuentro todos los ingredientes, materiales e indumentaria para entrenar en alto rendimiento”, elogia. Y dice que es habitual que se quede charlando con los otros deportistas que entrenan, tanto los amateurs como los profesionales.
Andrea cuenta que además del club, otro lugar donde es bien recibida en Devoto es “Stylo Cafe”, donde ha formado una buena relación con su dueño.
“Una de las primeras veces que fui, me olvidé mi mochila cargada de pertenencias. Sin tener mis datos, esperaron a que vuelva, varios días después, y me la habían guardado. Esos gestos me parecen espectaculares”, indica la boxeadora.
Su carrera se disparó como el vuelo de un cóndor y logró títulos importantes: el campeonato argentino y el título intercontinental minimosca de la Federación Internacional de Boxeo, en 2017.
En 2018, tuvo la primera oportunidad de ir por el ansiado título mundial de la Federación Internacional de Boxeo y perdió contra la mexicana Guadalupe Bautista. Esa pelea se realizó en el Club Unión Progresista de su ciudad natal, Villa Angela, y la “Licenciada” ganó por nocaut técnico en el 8° round, y se quedó con el título minimosca.
“Me dolió muchísimo perder. Después de esa pelea, tuve un parate con el boxeo porque necesitaba encontrarme conmigo. Luego hubo muchos cambios. Fueron casi tres años alejada del ring. Volví y perdí las primeras peleas”, lamenta sobre el regreso que no le fue fácil: tuvo tres derrotas consecutivas que la hicieron dudar de su lugar en el boxeo.
Pero el lazo inquebrantable con su padre y el amor por su abuela, quien siempre la alentó desde la distancia, le dieron la fuerza necesaria para levantarse. Con el apoyo de su familia y la comunidad de Villa Devoto, donde reside, Andrea encontró nuevamente su lugar y ahora se prepara para cumplir su promesa.
A días de volver a estar frente a frente con su mayor deseo, sostiene: “Deseo dejar un mensaje de superación personal porque, prácticamente, estoy en mis últimas peleas en el boxeo. Logré muchos objetivos en el deporte, pero sentía que me faltaba este: la posibilidad de dejar este mensaje”.
Hoy, Andrea tiene con la mirada puesta en ese futuro inmediato y sueña con el título mundial. Disfruta también de su vida como modelo para marcas deportivas, disfruta ser una de las mejores boxeadoras del mundo y tiene su propio programa de streaming donde entrevista a otros atletas para fomentar el deporte.
Su historia es un testimonio de coraje y resiliencia, una prueba de que los sueños, aunque desafiantes, pueden alcanzarse con determinación y rodeado del amor de los seres queridos.