Brito Sánchez: "Hay que hacer el esfuerzo y apagar todo para recuperar intimidad con la lectura"





Lucas Brito Sánchez es periodista y escritor, poeta. Nacido en Resistencia, Chaco, colaboró en diarios y revistas. Fundó y codirigió la librería virtual Conejamono. Entre el 2000 y el 2006 escribió tres libros que editó de forma artesanal. Además, publicó La fundación de Japón (Colección Mulata, 2013), Elefantes y Perros (Nula Bonsai, 2016), Entrar y salir de Canees (Decae, 2018), y Antídoto. Poesía reunida (Contexto, 2018). Su libro “Un cementerio chino” obtuvo el primer premio del Concurso de Poesía Alfredo Veiravé 2023 del Instituto de Cultura del Chaco.
Sobre el premio, Lucas destacó: “Lo primero fue la felicidad, porque el libro me gusta mucho. Creo que tiene un punto débil: la falta de humor. Es un libro pesimista. Está escrito con la prosa de los poetas chinos. En la escritura de los poetas chinos antiguos hay más lamento y más nostalgia que juego. Hay más contemplación. En este libro rescaté un poco esas cuestiones”.
Brito Sánchez nació en 1980 y también fue profesor de comunicación en el Instituto de Educación Superior "Rodolfo Walsh" y trabajó varios años como auxiliar docente en la cátedra Teoría y Técnica del Periodismo Gráfico I de la Licenciatura en Comunicación Social (UNNE). Junto a Rocío Navarro dictó talleres de crónica. Participó en las antologías Como Seelstrang. Nuevas crónicas de Resistencia (ConTexto), y Bitácora. Cuaderno de espíritu nómade (Coedición entre Cecual y ConTexto). Colaboró en diarios, revistas chaqueñas y en el periódico "El Yacaré" de Paraguay. Junto a Mario Caparra condujo el programa radial "El cazador oculto" que se emitió por radio La Alternativa del Cecual.
Como buen poeta o como todo escritor, exagera un poco y desliza que lee porque es lo único que sabe hacer. "Es verdad, es lo único que sé hacer". En esa sintonía cuenta que lee poesía, ensayos, biografías y novelas. En ese orden están sus intereses. “Me gusta ir a todas las librerías de Resistencia. Le dedico las tardes libres a eso. Entro y hojeo. No le presto tanta atención a las novedades como a lo que se fue acumulando con el tiempo, lo que no se vendió en años. Siempre hay tesoros para desenterrar”.
Y rápidamente recordó: “Desde los veinte años que leo a Jack Kerouac. Leí todo lo que se podía conseguir. Entre el año pasado y este año se reeditaron libros de él que no circulaban hace décadas. Así que me estoy poniendo al día con uno de mis autores favoritos. Estuve leyendo ´Ángeles de desolación´ y ´Tristeza´, entre otros”.
En tiempos de digitalización y de permanentes noticias nocivas. Los lectores buscan una ventana al sol de las palabras nuevas y disruptivas. Por estos días de calor intenso, beber agua es necesario y el entrevistado argumenta que su necesidad de leer poesía es similar. "Viste que si no tomás agua la piel comienza a cambiar y te deshidratas", desliza y la sonrisa blanca, silenciosa y de encanto se abre de par en par. "Leo mucho más de lo que escribo", agrega.
Además, señaló: “Me di cuenta de que es una práctica casi enfermiza de leer todos los días. Necesito leer. Cuando no leo me siento incómodo, como si no estuviera habitando completamente el presente. Cuando paso mucho sin leer, tengo la sensación de que el presente no es lo real. Siento que hay otra parte de la existencia que se me está escapando. Eso busco en la poesía".
Justamente, en cuanto a la era de la digitalización, el poeta dijo: “Cuando me decido a leer un rato suelo desconectar los datos del celular. Lo dejo sólo para recibir llamadas, porque una llamada puede ser algo urgente. Pero recomiendo hacer el esfuerzo de abstraerse y apagar todo para recuperar cierta intimidad con la lectura. La vieja máxima budista de acá y ahora, no es más que eso. Si te pones a leer, hace eso y no cinco cosas a la vez: instalate en el presente infinito”.
Sobre su última creación, manifestó: “Hay un escritor que dijo ´la vida no basta, por eso existe la literatura´. Me pregunto si también yo podré dar paz a quien me lea. Es una línea que funciona como síntesis de la materia espiritual de Un cementerio chino. En este libro vuelvo a la antigua literatura china, clásica, con poemas centrales que datan de cientos de años y tocan tres dinastías. La primera vez que leí a estos poetas chinos fue hace muchos años, en un momento complicado de mi vida. Leyéndolos sentí que ellos me daban paz”.
A lo que agregó: “Pero en mi caso siempre necesito leer a otros y a otras. Soy inquieto y muy curioso. Siempre encuentro poesía que me parece mejor que la mía, sin falsa modestia lo digo. Hay cosas muy buenas y necesito leer mucho a los demás. Cuando trabajo sobre un libro nuevo me propongo que sea mejor que el anterior. Todo el tiempo tengo eso en la cabeza.
En este marco es inevitable decir que voy pasando por cosas que ya hice. Por ejemplo, distintas amigas que leyeron la versión cruda me señalaron que este Un cementerio chino se conecta con otros que publiqué mucho antes. Hay una línea que puede leerse entre mis libros. Hay una conexión con los poetas chinos y con la ficción chaqueña. Quizás sea una reescritura del mismo libro. Y no me parece tan mal escribir el mismo libro, porque en definitiva la literatura es paciencia y dedicación. Esperar a que la forma tan anhelada aparezca o emerja”.
Volviendo a “Un cementerio chino”, Lucas dijo: “Para mí es el mejor hasta el momento. Me siento más conforme. Quizás tiene que ver con mi edad, me gusta habitar mis distintas edades. Este libro fue escrito desde un lugar más cansado y sin tanto enojo. Me permitió profundizar distintas emociones que vengo atravesando”.
Por último, Lucas volvió a su “máxima”: “Leer poesía no es solo una forma de mejorar como escritor, que también es cierto, sino que permite desarrollar una actitud y un ejercicio físico, casi como un deportista del lenguaje”.