El obrero del arte que deja plasmado su trabajo en el muralismo





Desde Puerto Tirol, el artista Juan Enrique Jacobo Yorg, más conocido como “Kike”, plasma sus obras monumentales que se extienden por toda la provincia del Chaco, convirtiéndose así en un imprescindible del muralismo hispanoamericano.
Es así que la fachada del teatro independiente “La Fábrica Cultural” del barrio 80 Viviendas en Puerto Tirol, provincia del Chaco, República Argentina, se convirtió mediante una de las obras de Kike, en un punto estratégico para el imaginario popular.
A 2 cuadras de distancia, el rostro de Santa Rita asoma sobre las casas con el Cristo Crucificado en la mano, sus ojos miran hacia abajo, pero si estás al pie del mural te miran a vos.
El mejor lugar es la vereda de enfrente, desde allí se puede ver más y mejor. El pecho de la Santa se funde con en el paisaje litoral de la Laguna Beligoy. En sus orillas las casitas coloridas se reflejan en el agua.
2 paisanos reman en la canoa que luce el nombre de la principal fuente de trabajo del lugar, “La Taninera”. Bajando la mirada el chamamé maceta está en el hombre que toca la acordeona para dos parejas que bailan bien “arrimadito”. Casi sobre el suelo las máscaras anuncian el carnaval y que “Viva el teatro”, en letra grande. La identidad de Puerto Tirol en doce metros de largo por cinco de ancho.
Una de las primeras premisas de Kike es que no suele contar los días que lleva terminar un trabajo, tampoco tiene un registro exacto de las obras que realizó, a veces hasta las confunde.
Los cálculos más certeros los hizo su mujer, María Laura Altamirano, ella estima que, hasta ahora, deja como patrimonio para la provincia del Chaco más de 200 obras entre murales, portales de acceso, esculturas en hierro y cerámica.
“Decía un amigo muralista que nosotros somos obreros del arte, porque trabajamos en la calle con herramientas, con materiales para la construcción. Así nos definimos”. A los 48 años Kike es artista plástico, muralista, escultor, dibujante, docente, y gestor cultural. Es el más prolifero. Uno de los exponentes imprescindibles del muralismo y arte público de Hispanoamérica.
Cuando Juan Enrique Jacobo Yorg (Kike) tenía seis años un día de lluvia era un buen día. Jugaba, inventaba, creaba en los charcos con barro Tuyutí (barro blanco).
Modelaba personajes de historietas y animales. “Mi primer trabajo fue el modelado de figuras para pesebres que vendía por pedidos cuando tenía 12 años”, recuerda.
Así, Kike se dio cuenta de que amasar barro podría ser mucho más que un juego. Entonces pidió ir a un taller para aprender. Las esculturas y pinturas ya las había visto en los libros que su abuelo Yorg, de origen alemán, le prestaba.
Fue también a los 12 años que tuvo que empezar a trabajar bajando mercadería en la cadena de supermercado Iñiguez. “Para mí, que trabajo en esto, es lo más lindo que hay poder expresar lo que uno siente y sobre todo expresar la historia y la cultura de cada lugar a través de imágenes, de esculturas, de movimiento, de color”, cuenta de pie junto al portal, de hierro calado y mural esgrafiado, del acceso a la localidad chaqueña de Colonia Elisa.
Por eso Kike renueva las técnicas, las combina, las adapta al bolsillo y las circunstancias. Ahora usa una varilla de hierro de seis milímetros como “faja” para hacer cada capa de revoque colorido.
Para evitar el desperdicio de material creó una técnica mixta: “revoca la parte que necesita, donde va a esgrafiar nomas y devasta en ese sector solamente”, explica su compañera María Laura.
Hace veinte años que Kike viaja al Chaco profundo todas las semanas. “Se subía al colectivo con su caja de herramientas, se quedaba tres o cuatro días y volvía a Tirol”, recuerda su esposa Mery.
Los márgenes son su centro, desde allí él crea en grande. Sueña, experimenta, crece y se expande. En el 2014 le pidieron que los cincuenta metros de largo que tienen las paredes de la entrada al cementerio de Juan José Castelli no sean sólo una capa de pintura blanca. Él la transformó en un vía crucis, la pasión y la resurrección de Cristo esgrafiado.
En Colonia Elisa 5 murales que envuelven el Anfiteatro de la Pluralidad suman trescientos metros cuadrados de pared esgrafiada. Los flayers de turismo anuncian los festivales, encuentros y espectáculos naturales con las fotos de sus obras. Los turistas se sacan selfies y los pobladores inflan el pecho con orgullo cada vez que una obra de Kike hace lucir al pago.
“Había que ir a los pueblos porque en los pueblos vos tenés otros intendentes con los que podes llegar a acordar, en la ciudad era más difícil, entonces empezamos a recorrer los pueblitos y en casi todos había predisposición”, esa era para su colega Fernando Calzoni una manera de llegar, de promocionar, de encontrar la forma de vivir del arte y de que ese arte sea público, expresión del pueblo y para el pueblo.
En cuanto a la incorporación de nuevas técnicas al mural, Kike destaca: “Me gusta experimentar con diferentes técnicas y materiales, me gusta que la obra perdure en el tiempo sobre todo por la necesidad de vender obras en el interior, que no es una tarea sencilla, trabajar con materiales resistentes ayuda en ese sentido. Esta situación me llevo a trabajar con hierro y acero; no dispongo de la maquinaria apropiada por los altos costos, esto suma dificultad pero también adrenalina”.
Puerto Tirol ha sido su ciudad, que se hizo al calor de los rollizos de quebracho, su aserrín alimentó la industria taninera. Toneladas de madera salían en carretas hacía el ferrocarril y de ahí a todo el país. Los hacheros llegaban para talar monte chaqueño desde Corrientes y el norte de Santa Fe.
Trajeron el chamamé y lo dejaron como herencia. Por eso el Festival Nacional del Taninero y la Fiesta Provincial del Chamamé se celebran juntos, por eso Kike diseñó como estatuilla para la fiesta de Tirol una guitarra. Para fabricarla usó metal de descarte, engranajes rotos y monedas sin valor de compra. Aunque no superaba el tamaño de un micrófono para Kike había empezado algo grande…
Ciento veintinueve años tardó Puerto Tirol en tener su portal de acceso. Más de cien días de trabajo llevó su construcción. En 2017 se emplazó la guitarra de hierro de dieciséis metros de altura.
La estatuilla de Kike se convirtió en emblema, en identidad, en obra monumental: Una guitarra hecha con caño revestido de chapa. Lleva soldadas en el cuerpo imágenes caladas de los patronos del pueblo: San José y Santa Rita, de los emblemas culturales Negro Cristaldo (escritor); Heraclio Pérez (autor del himno chamamecero “A Puerto Tirol”) y de los obreros industriales.
“Comenzará a girar a partir de las 18 horas con el alumbrado público y se detendrá las 00. Entonces cada día la guitarra estará en una posición distinta para quienes puedan verla transitando por este acceso. Para las personas que no puedan pasar a ver las obras de Tirol pero que transitan por esta ruta podrá apreciar la guitarra en distintas posiciones”, cuenta Kike.
Hoy en la provincia del Chaco la ruta es Yorg y los monumentos son los portales de acceso. Entre ellos se puede disfrutar de las entradas a: Juan José Castelli, La Escondida, Quitilipi, Laguna Blanca, Colonia Elisa, Machagai y Puerto Tirol.
Kike fue experimentando y creando un estilo. Eso provocó curiosidad y demanda. Los intendentes de las localidades pequeñas del Chaco quieren monumentos con su firma. Es su valor agregado, la mejor inversión.