
Por Germán Oestmann
Reflexionar acerca de la importancia trascendental del 11 de septiembre representa una enorme oportunidad para reafirmar los lazos de igualdad, libertad y fraternidad que encarnan los valores universales que forjaron nuestra Patria. Desde los albores del mayo fundacional de 1810 los argentinos y las argentinas hemos hecho ese compromiso.
La construcción de la identidad nacional ha ido formándose al calor del espíritu y la entereza de los pueblos del interior, las luchas de los gauchos, los sueños de nuestros inmigrantes y la presencia inalterable de nuestras mujeres y diversidades. En el arduo camino de construcción de este sueño llamado Argentina, la educación pública constituye el cimiento más noble y puro sobre el cual debemos labrar el futuro de nuestra Nación.
En este sentido, la tarea de los maestros y las maestras alcanza una dimensión sagrada, ya que ellos son los encargados de custodiar los sueños de nuestros pequeños para fortalecer de esta manera las familias y las justas aspiraciones de dignidad y justicia que nuestra Patria posee en lo más profundo de su corazón. Nuestros maestros y maestras escuchan, creen, luchan y sueñan todos los días por una Argentina más justa junto a todos los hijos e hijas de nuestra Nación.
Ser maestro o maestra implica ofrecer un canto de esperanza y amor que llega desde las más tiernas aulas a todos los rincones de nuestra Argentina. Es por eso que hoy más que nunca debemos respaldar el accionar y la vocación de servicio que poseen nuestros educadores para acompañar sus luchas y demandas genuinas respecto a incrementos salariales, mayor infraestructura educativa y soberanía tecnológica.
Debemos ser plenamente conscientes que la educación es "un arma mucho más poderosa que nuestros ejércitos" como decía el General San Martín para elevar la dignidad y la ética republicana de nuestras comunidades. En base a estas firmes convicciones seguiremos defendiendo la educación pública contra los oscuros intereses mercantiles y privatistas que quieren apagar su llama emancipadora y revolucionaria.
En este 11 de septiembre queremos abrazar junto a nuestro corazón a todos los maestros y maestras para que juntos podamos recuperar lo mejor de las tradiciones de la educación pública, apuntalando su entrega y su compromiso con nuestra democracia. Salud maestros y maestras. Luchemos juntos para que la llama del conocimiento y la igualdad se encienda en el corazón de nuestros niños y niñas más humildes para nunca más apagarse.