Rafa González, el exfuncionario provincial que entiende la política como un servicio y no como una "plataforma personal"





En tiempos de redes sociales, mensajes cortos y candidaturas que se construyen a base de likes, la política parece haber cambiado de piel.
El vértigo actual, la inmediatez, la primacía de la imagen sobre la palabra, son parte de una escena nueva que exige a los dirigentes otra forma de actuar, comunicar y hasta de pensar. Pero, ¿cuánto de lo que fue sigue vigente? ¿Qué se perdió y qué permanece del político de antes?
Para conversar sobre estas transformaciones decidimos buscar a alguien que haya sido testigo y protagonista de varias etapas de la vida política argentina. Y si alguien conoce el recorrido, es Rafael "Rafa" González.
Su nombre no es ajeno para quienes han seguido de cerca la política del norte argentino y más allá: fue ministro de Economía del Chaco en los años ochenta, intendente de Resistencia en los noventa, ocupó cargos estratégicos en el Congreso y en la administración nacional, dirigió organismos financieros, fue diputado nacional, directivo del Banco Nación y presidente de empresas públicas.
También enseñó en las aulas universitarias, dio conferencias, formó cuadros y, sobre todo, ejerció la política desde la práctica cotidiana.
Pero lo interesante no está solo en el currículum, extenso y sólido, sino en su mirada. Porque González no habla desde la nostalgia ni idealiza el pasado: lo observa con distancia, con conciencia del contexto, y con la preocupación de alguien que se formó en otra lógica, y se pregunta por el sentido que la política tiene (o pierde) en la actualidad.
En esta charla repasa sus comienzos en la política militante, las primeras responsabilidades públicas, las internas como espacios de aprendizaje, y el papel del Estado como herramienta transformadora.
También opinó sobre las nuevas generaciones de dirigentes, el fenómeno de la hipercomunicación, el rol de los partidos políticos y la tentación de lo inmediato frente al trabajo político de largo aliento.
"Hoy los partidos ya no son lugares de formación, como lo eran antes. Se perdieron esos espacios donde uno podía equivocarse, corregirse, y crecer dentro de una estructura. Hoy la política tiene que responder todo ya, y muchas veces no se sabe bien a quién ni por qué", dice en uno de los pasajes más reveladores.
La conversación con “Rafa”, como todos lo llaman, aún quienes no lo conocen personalmente, es, en sí misma, un recorrido por la historia reciente de la política argentina. Pero también es una invitación a pensar qué queda del "oficio político" cuando se lo despoja de su contenido más profundo: la escucha, la construcción paciente, el diálogo con la realidad.
Porque quizás de eso se trate esta charla: no de un repaso de gestiones o cargos, sino de un intento por comprender cómo se forma un dirigente, qué lo sostiene en el tiempo y cómo se sigue haciendo política cuando todo cambia tan rápido.
"Empecé muy joven, con una militancia que tenía más de convicción que de cálculo. Se hacía política en los cafés, en los pasillos de la universidad, en las unidades básicas. No existía la idea de ´gestionar´ como una forma separada de la militancia".
"Aprendías escuchando, discutiendo, caminando barrios, y muchas veces perdiendo. Perder también era parte del aprendizaje. En esa época, hacer política era meterse de lleno en los problemas de los otros. No era una actividad profesionalizada ni tenía visibilidad. Y eso te formaba en algo que hoy se extraña: la paciencia”.
"Actualmente esto se perdió bastante, sí. Pero no por culpa de los jóvenes, como a veces se dice. Se perdió porque todo el sistema se volvió más acelerado, más superficial. Hoy un dirigente tiene que opinar de todo en tiempo real, tiene que estar en redes, tiene que construir imagen antes que estructura".
"Es muy difícil hacer una carrera política como las de antes, donde uno pasaba años en roles menores, aprendiendo a leer un presupuesto, armando un equipo, construyendo comunidad. Hoy la política tiene más de espectáculo que de conversación”, agregó.
Quizás el análisis puede disparar que el “nuevo esquema político” permite ganar visibilidad, impacto inmediato, llegada a más gente. Las redes, por ejemplo, democratizan la palabra, ya que cualquiera puede hablar. Pero también puede traer problemas con los que se dan muchas veces, que se habla sin contexto, lo que empobrece el debate.
Así, un dirigente de antes se legitimaba por su trayectoria, por los compañeros que lo reconocían, mientras hoy se legitima por el algoritmo, lo que a largo plazo debilita la política.
Para "Rafa”, “el ´oficio´ de político todavía sobrevive en quienes todavía entienden que la política no es un deporte individual. En quienes siguen creyendo que el poder es una herramienta para transformar, no un fin en sí mismo".
"Hay dirigentes jóvenes con mucha vocación, con ganas de escuchar, de prepararse. Pero necesitan ámbitos donde puedan equivocarse sin que eso los destruya. Necesitan estructuras políticas que formen y contengan. Y ahí tenemos una gran deuda”.
Por otra parte, en cuanto a la relación entre la política y la sociedad a lo largo de estos años, señaló: “Cambió muchísimo. Antes la política era una herramienta colectiva. Tenía una dimensión comunitaria muy fuerte. La gente se sentía parte de algo más grande: un partido, un sindicato, una causa.
Hoy hay una desconfianza muy instalada. La política es vista muchas veces como algo ajeno, o directamente como un problema. Y no hablo solo de enojo, hablo de desconexión. De falta de sentido. Eso es muy preocupante, porque sin política no hay transformación posible”.
Finalmente, aconsejó a aquellos que hoy tienen 20 años y piensan en “meterse” en política: “Que lo haga. Que se anime. Pero que no lo haga por la foto, ni por el cargo. Que lo haga por convicción. Que lea, que escuche, que se forme, que hable con los vecinos, con los que piensan distinto. Que no se enamore de su propia voz. Que entienda que la política es un servicio, no una plataforma personal. Y que sepa que es un camino largo, con momentos duros, pero profundamente valioso”.