Perfiles urbanos
El regreso a su tierra

VIDEO | La artista María Laura Ise presentó “Roja”, para volver a decir presente en la provincia

La artista María Laura Ise combina la producción artística, docencia, investigación y proyectos de curaduría, exhibiendo su producción artística de manera individual y colectiva.
La artista es parte del colectivo de artistas Clínica Amiga y del proyecto editorial Paraíso Tropical (Ushuaia, TDF).
Su obra forma parte de colecciones como las del MUBA (Museo Provincial de Bellas Artes), la UNNE (Universidad Nacional del Nordeste) y el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori.
En cuanto a su inspiración, Ise reflejó: “Rescatar y dejar un rastro puede ser dibujar sobre una tela o las huellas de un campamento. Armo una bolsa para cargar todo alrededor en mi espalda y seguir en movimiento”.
Este viernes, se estrenó “Roja”, la instalación en base a dibujos, bordados, telar, audio, textos, video y fotografía sublimada sobre tela, en el Museo de Medios de Resistencia.

La artista María Laura Ise nació en Resistencia (Chaco) el 21 de febrero de 1980. Su trabajo combina la producción artística, docencia, investigación y proyectos de curaduría. Exhibe su producción artística de manera individual y colectiva en distintos espacios desde el año 2010. Es parte del colectivo de artistas Clínica Amiga y del proyecto editorial Paraíso Tropical (Ushuaia, TDF).

Su obra forma parte de colecciones privadas y públicas como las del MUBA )(Museo Provincial de Bellas Artes René Brusau), la UNNE (Universidad Nacional del Nordeste) y el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori.

María Laura es investigadora de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego AeIAS. Doctora en Estudios Latinoamericanos (UNAM, México) y autora de “Descubrir, exhibir, interpretar. Arte Latinoamericano en Estados Unidos, 1987-1992 (Imago Mundi, Buenos Aires, 2021), entre otras publicaciones.

Trabaja en los cruces entre el dibujo, el bordado, y el uso de material textil de distinto tipo como soporte para hablar de la presencia de la memoria o el trabajo afectivo alrededor de los textiles; las redes de colaboración que se tejen con la práctica artística y la política del rescate de los materiales.

Además, participa como jurado de selección en concursos de artes visuales como el Premio Itaú (2022).

Realiza proyectos de curaduría de forma individual y colectiva, tales como Zona intermedia (Museo Fueguino de Arte-MFA, 2022); Diario de un hueso curvo (Casa del Colegio de Arquitectos, 2021), y 1995, el año que nos tapó la nieve, seleccionado en la convocatoria para curadores y artistas Tangible del MFA (2023).

Su trabajo fue reconocido con Mención de Honor en Pintura (Bienal de Yucatán, 2010); el Tercer Premio Adquisición (Premios Universidad Nacional del Nordeste, 2019); la Beca de Creación Fondo Nacional de las Artes (Buenos Aires, 2019); y Mención Especial del Jurado del primer Premio Nacional de Artes Visuales NBCH (Museo de Bellas Artes René Brusau, 2022) y la Muestra Textil del MFA (2022).

Su obra reciente fue seleccionada en: Para todes tode (Centro Cultural Haroldo Conti, Bs. As.); Concurso de Artes Visuales del Fondo Nacional de las Artes (Casa Nacional del Bicentenario, Bs. As.); Salón Nacional de Artes Visuales número 108 (Casa Nacional del Bicentenario, Bs. As.); proyectos expositivos del MUBA René Brusau (Resistencia); Museo Fueguino de Arte (Río Grande); el Premio Adquisición de Artes Visuales 8M (Centro Cultural Kirchner, Bs. As.).

En 2023 fue reconocida con la movilidad para artistas del Programa Cultura Argentina al Mundo de la Dirección de Asuntos Culturales (Cancillería argentina) para realizar investigación en el campo del bordado en Oaxaca y Ciudad de México.

Realiza el Taller de Producción de Artes Visuales con Gabriela Caregnato (La Plata), asesoría de proyectos con Guillermina Baiguera (Buenos Aires), y el Taller de Lenguajes Textiles que coordina Elisabet Quallio (Ushuaia). Es parte de Clínica Amiga y de la publicación digital Paraíso Tropical, proyectos colectivos de artistas que residen en Ushuaia, Tierra del Fuego.

En cuanto a su inspiración, refleja: “Rescatar y dejar un rastro puede ser dibujar sobre una tela o las huellas de un campamento. Así armo una bolsa para cargar todo alrededor en mi espalda y seguir en movimiento: traslado mi cuerpo y mis objetos para entrar y salir de una isla que se parece a una muela, un ancla o un huevo, una isla en la que me abrigo junto al paisaje y a los cuerpos que encuentro”.

A lo que agrega: “El textil es una piel que descubre y porta una memoria propia y a la vez colectiva, un vehículo con voz humana. La tela, la ropa usada que heredo, tiene una vida anterior que cuenta historias y que escucho para mantenerla con vida: la cargo, me muevo con ella, infinitamente. Abro la bolsa, la despliego para encontrarme con otras”.

Su práctica artística habita los cruces entre el dibujo, el bordado y el uso de material textil para hablar de la memoria individual y colectiva.

La instalación “Roja" invita a recorrer una cartografía visual y emotiva que desprende un aura roja desde los diferentes soportes de sus obras como bordados, dechados, una escena de fotografía digital sublimada de manera manual, un muestrario de pequeñas piezas confeccionadas en telar, dibujos, objetos, corsets, vestidos, textos que despliegan lo poético y político del espacio.

Las piezas evocan el afecto y el cuidado, el vínculo que nos sostiene y provee aquello necesario para sobrevivir: un hilo de sangre, una columna, los dientes para comer, el pan y la leche. El amor de madres y abuelas, el contacto de la piel. El afecto en sus muchas formas.

Desde este viernes, a las 20:30 horas, en el Museo de Medios de Comunicación “Raúl Berneri” de Resistencia, dependiente del Instituto de Cultura, se puede apreciar la instalación en base a dibujos, bordados, telar, audio, textos, video y fotografía sublimada sobre tela, con la curaduría a cargo de Luisa Bancalari.

La instalación podrá verse hasta el 15 de agosto, y significa el regreso de María Laura a su tierra natal.

La obra propone al visitante sumergirse en una experiencia sensorial y afectiva. Según explicó Bancalari, la instalación invita a recorrer una cartografía visual y emotiva, teñida de un aura roja que emana de los diferentes soportes que la componen.

Entre los elementos presentes se encuentran bordados, dechados, una escena fotográfica digital intervenida manualmente, pequeños tejidos en telar, dibujos, objetos, corsets, vestidos y textos. “Son piezas que despliegan lo poético y político del espacio”, subrayó la artista.

Bancalari remarcó que las obras “evocan el afecto y el cuidado, el vínculo que nos sostiene y provee lo necesario para sobrevivir: un hilo de sangre, una columna, los dientes para comer, el pan y la leche. El amor de madres y abuelas, el contacto de la piel. El afecto en sus muchas formas”.

La curadora explicó que la muestra parte de una conversación ficticia entre la artista y su abuela materna. En ese diálogo imaginario, se despliega una “trama infinita sobre vestidos y telas añejas que evocan y relatan memorias cómplices”, donde los objetos aparecen como vehículos del afecto y reflejo íntimo de un universo personal.

Desde esa premisa, la obra invita a descubrir la pertenencia de aquello que construye nuestra percepción y, con ello, a edificar un mundo propio, un bucle temporal que conecta pasado y presente.

“En el trayecto, nos adentramos en el claroscuro del color rojo”, indicó la curadora, quien enumeró las múltiples connotaciones de ese tono: fuerza, sangre, deseo, poder, amuletos, tabú, rebeldía, pudor, amor. “Y el rojo otra vez en el pan, como alimento, como recuerdo, como la esencia que sobrevive en nosotros y en el tiempo”, concluyó.

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