Perfiles urbanos
De Resistencia al mundo

VIDEO | Emilia Peredo Aguirre: "La danza me enseñó a ser independiente y elegir mi camino"

La laureada bailarina, Emilia Peredo Aguirre, se formó en Resistencia, pasó por el Colón y despliega su brillo por el mundo.
Peredo Aguirre refleja: “Veía mi futuro bailando, viajando por el mundo, viviendo en otros países. La danza no solo me dio libertad en el alma y en el espíritu, sino también en lo terrenal”.
“¿Qué es la gracia de un bailarín? Creo que la verdadera gracia habita en la comunión entre el cuerpo y el espíritu; cuando esos dos se unen, la gracia aparece”, refleja la bailarina.
Emilia Peredo Aguirre siendo parte de “Krabat” de Demis Volpi, en 2022.
Emilia resaltó que lo más desafiante para interpretar fue a Julieta en Romeo y Julieta, la versión de Kenneth MacMillan, en el Teatro Colón en 2018.

La laureada bailarina Emilia Peredo Aguirre nació y creció en la ciudad de Resistencia (Chaco) en el año 1996, donde inició sus estudios de danzas clásicas a los cuatro años, de la mano de las maestras Erica y María Ferrazano. Realizó cursos de perfeccionamiento en la American Academy of Ballet y en The School of American Ballet de Nueva York, Estados Unidos.

Emilia participó en competencias latinoamericanas donde obtuvo siete premios, entre ellos Revelación y Mejor Bailarina Clásica en 2007, además de participar de la III Beijing Ballet Competition en China en 2010, compitiendo en el Prix de Lausanne de 2012 en Suiza y siendo invitada a la Varna International Ballet Competition de 2016 representando al Teatro Colón.

A los diecisiete años ingresó por concurso al Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires, bajo la dirección de la maestra Lidia Segni, donde se desempeña desde 2012 como solista y primera bailarina.

Para el Teatro Colón bailó La Sylphide de Pierre Lacotte, La bella durmiente de Karl Burnet, Onegin de John Cranko, Before Nightfall de Nils Christe, Sinfonía en C de George Balanchine, Rodin de Boris Eiffman, La cenicienta de Renato Zanella, Don Quijote de Vladimir Vasiliev, El lago de los cisnes de Peter Wright, Romeo y Julieta de Kenneth MacMillan, Cascanueces de Nureyev, Sylvia de Frederic Ashton, Coppelia de Enrique Martinez, Por vos muero de Nacho Duato, Fancy Free de Jerome Robbins, La Sylphide de Pierre Lacotte, entre otras obras.

En cuanto a su dedicación a la danza de manera profesional, Peredo Aguirre reflejó: “Veía mi futuro bailando, viajando por el mundo, viviendo en otros países. La danza no solo me dio libertad en el alma y en el espíritu, sino también en lo terrenal: me enseñó a ser independiente y a elegir mi propio camino. Para mí, uno de los mayores retos en la danza es aprender a cultivar la calma y la paciencia. Como decía un maestro: ´Paciencia, gran virtud´. Al principio no lo entendía, pero con el tiempo comprendí que sin calma no hay constancia y sin paciencia no hay perseverancia. Van de la mano, es como lo percibo”.

La bailarina del Ballett am Rhein, cuyas célebres interpretaciones han encandilado al público por su brillantez técnica y expresividad, sintió desde muy temprano en su infancia esta vocación artística. Admirada por su musicalidad, línea fluída y clásica, superior perfección técnica, encanto, nobleza y caracterizaciones ejecutadas con precisión, integra ahora sólidamente la compañía de ballet de la Deutsche Oper am Rhein (Düsseldorf/Duisburgo) desde la temporada 2020/2021. En una entrevista exclusiva, no dejó de mostrarse siempre agradecida con quienes le abrieron desde un inicio el camino hacia el vasto universo de la danza.

Hace poco se la pudo ver en España durante la presentación de la compañía Ballett am Rhein en el Teatro Arriaga de Bilbao, con la velada Drei Meister – drei Werke (Tres maestros – tres obras): Rubies de Georges Balanchine, Visions Fugitives de Hans van Manen, y Enemy in the Figure de William Forsythe.

En cuanto a su filosofía en la danza profesional, Peredo Aguirre refleja: “La verdad es que responder cuál es mi filosofía de la danza me lleva tiempo pensarlo, pero voy a intentar acercarme a algo dentro de mí para responder. Siento que la filosofía de la danza y la filosofía de la vida son lo mismo, porque la danza es mi filosofía de vida. A través de ella y de la práctica diaria, puedo aprender y evolucionar como ser humano, siempre y cuando esté en contacto con lo más interno y no con cosas superficiales. Es importante volver al centro, y la danza, que es mi estilo de vida, siempre me lo recuerda. Crezco como ser humano con cada movimiento”.

Entre diversas cuestiones, la bailarina, definió que es la gracia en la bailarina: "El otro le pregunte a una amiga mía muy querida, ella es de Corea y tradujimos la palabra "gracia" en coreano. Esta palabra tiene varias traducciones según el contexto. Me aclaró muchísimo con respecto a esta cuestión”.

“¿Qué es la gracia de un bailarín? Me parece una pregunta increíble porque la gracia puede entenderse de muchas maneras. Pero creo que la verdadera gracia habita en la comunión entre el cuerpo y el espíritu; cuando esos dos se unen, la gracia aparece. Y se percibe en los detalles, en lo mínimo, en lo casi imperceptible. Cada pequeño gesto hila el movimiento y, poco a poco, todo se vuelve un solo gran tejido. Creo que la gracia radica en ese detalle esencial, ese punto exacto donde la conexión ocurre. Pero la gracia llega con el tiempo, con el trabajo, y también con algo innato, algo que traemos desde el nacimiento", agregó.

Finalmente, en relación a los papeles que representó, Emilia resaltó que lo más desafiante para interpretar fue a Julieta en Romeo y Julieta, la versión de MacMillan, en el Teatro Colón en 2018. "Esta fue una experiencia que me marcó profundamente. Me cambió la manera de entender la danza y la interpretación, enseñándome a habitar cada escena con más autenticidad. Fue un regalo inmenso, que sigo llevando conmigo y que transformó mi forma de ver el arte desde lo más sutil".

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