Si bien las encuestas previas vaticinaban un triunfo del presidente del Concejo Municipal de Resistencia, en el aire se podía sentir la tensión y el miedo a la traición que podía provocar que un peronismo dividido regale el principal municipio de la provincia al macrismo.

Martínez peleó no solo contra la oposición radical que tiene un piso fijo de más del 35 por ciento de los votos, sino que también tuvo que lidiar con la rivalidad interna del coquismo, que con el Frente Chaqueño cosechó el 17,74 por ciento de los sufragios que presuponían un problema previo. Es por eso muy meritorio el 41,05 por ciento logrado por la Corriente de Encuentro por Resistencia que permitió romper con la mala racha que venía teniendo su líder en las últimas elecciones para cargos ejecutivos y consagrarse como el flamante intendente de la capital chaqueña.

Pero con este triunfo Gustavito no solamente logró el objetivo tan anhelado desde hace años, ganar la intendencia de Resistencia, sino que también se constituyó en un acto de supervivencia al ataque final de un asedio que el propio Capitanich vino cocinando a lo largo del año electoral y que buscaba borrar del mapa político al presidente del Concejo.

Tras dejarlo afuera de la contienda provincial y solamente darle un noveno lugar en la lista de diputados provinciales, después vino el ninguneo total para las elecciones presidenciales. El gustavismo no participó ni de la logística, ni de la fiscalización de esos comicios dejando el control total en Resistencia al entorno de Capitanich. De esta manera se rompió el histórico mito de que era necesario el trabajo de la estructura gustavista para ganar elecciones en la capital, ya que Capitanich fue electo gobernador sin el apoyo explícito del CER para Todos.

El CER ahora va por todo

Esto provocó que aparecieran los fantasmas en las elecciones del 10 de noviembre y se considere posible una nueva derrota en Resistencia. Pero en todo momento y más con las distintas encuestas que hablaban de un triunfo, Gustavo Martínez se aferraba a un triunfo muy buscado que lo posicionó nuevamente en la mesa chica de poder del Chaco.

Y este poder renovado del ahora electo intendente capitalino, lo lleva a ir a buscar con todo la renovación de la presidencia de la Cámara de Diputados de su esposa, Élida Cuesta. Con un radicalismo derrotado y en busca de acuerdos que permitan sostener parte de la estructura que se esfuma, Martínez tiene la oportunidad de arrebatar nuevamente la Legislatura a un necesitado Capitanich que casi ve con ojos de resignación este tema.

Todo indicaría que Cuesta tiene cerrado un acuerdo para renovar su presidencia por dos años a un bajo costo, ya que luego de cuatro años de un muy buen trabajo conjunto con el radicalismo legislativo, solamente hará falta engordar un poco los paquetes de contratos, becas y puntos que se vienen manejando y cerrar también el preacuerdo con los diputados electos que responden a Juan Carlos Bacileff Ivanoff, para ser reelecta presidenta en la preparatoria de la próxima semana.

El mapa de bancas en el recinto de Brown 520 es claro y contundente. 12 diputados responden a Capitanich, 11 conforman el interbloque Frente de Todos, 6 forman parte del CER de Gustavo Martínez, 2 responden al ex vicegobernador oriundo de Castelli y luego está Aurelio Díaz que seguramente se venderá a mejor postor. El próximo presidente deberá contar al menos con 17 votos para quedarse con el poder total, algo que prácticamente ya tiene asegurado de antemano Ely Cuesta.

Lo único que podría evitar, sería una nueva instancia de negociación entre Capitanich y Martínez (algo poco probable) en donde se pongan en la mesa otros cargos importantes como la empresa Sameep, el Instituto de Viviendas o el Ministerio de Desarrollo Urbano y Territorial, todos bastiones del gustavismo. Pero bueno, habrá que esperar hasta la semana que viene para saber si se alinean nuevamente los planetas para Coqui o pierde el control de una importante Legislatura chaqueña que se constituirá en una herramienta fundamental para tener una correcta gobernabilidad los próximos dos años que serán duros económicamente y muy difíciles.