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La violencia no sólo trae más violencia

Las feminazis, violentas y autoproclamadas "juezas" de mujeres habrían inducido el suicidio de Luz Baravalle

La fallecida María Luz Baravalle. Sería injusto quitar legitimidad a la lucha por los derechos de las mujeres, pero bien podría llamarse a este sector "La Santa Inquisición Verde".

El pasado 14 de diciembre, María Luz Baravalle decidió quitarse la vida. Tenía 28 años, era licenciada en Filosofía, ejercía como docente en la UNNE y contaba con una trayectoria como militante feminista. Hija de Jorge Baravalle, médico y profesor en la Facultad de Medicina.

Paula Gialdroni expuso su versión en las redes sociales y mostró mensajes de Whatsapp recibidos por parte de Luz. Ella es una amiga que reclama a otras mujeres el injusto hostigamiento, violencia y persecución que ejercieron hacia la extinta profesora.

Punto de vista de su última amiga

Así posteó en Facebook Gialdroni: “A luz la hostigaron, la inducieron al suicidio. No la dejaban en paz no estaba deprimida estaba marginada por haber sido humana y cometer un error como cualquier persona. La escracharon por violenta con saña injustificadamente le cerraron espacios feministas laborales culturales personales. Cada vez que nos veíamos intentábamos pensar una alternativa para vivir en paz su vida haciendo lo que cualquiera hace sin ser acosada . Hasta habíamos pensado seriamente en irnos a vivir a otro lugar por no poder deshacernos de la carga. Finalmente se fue y no la juzgo porque aunque en principio pensé que paranoiqueaba, luego fui viviendo lo que vivía. No ibamos a marchas. No saliamos. Ya no militabamos por miedo a ser increpadas y señaladas públicamente como muchas veces sucedió. Porque el feminismo estaba reservado para mujeres bien. Jamás tuvimos una oportunidad ni espacio para la problemática. Simplemente exclusión.”

“Luz no solo fue mandada a una hoguera en la cual deberíamos estar todes sino que le soltaron la mano la despojaron de su dignidad la señalaron la excluyeron la echaron publicamente de lugares sin fundamentos le impidieron laburar en paz y la condenaron perversamente. Estaba llena de proyectos ideas y un corazón verdadera sororidad compañerismo sincieridad y aguante que jamás conocieron porque prefirieron aleccionarla con no sé qué feministometro que tanto les gusta ostentar”.

“No cuenten otra historia a luz la mataron cuando le dieron la espalda las mismas que decían luchar por nosotras”.

“A luz la mato el ego de otras el abandono la condena injusta y la puta sororidad que las re mil ovario. Una gran compañera en todas una gran amiga y persona. Que dios o lo que sea las perdone porque yo todavía no podré”.

“Vayanse bien al patriarcado que las parió”.

“Ella esté donde esté hizo mas que y por todas que las que las "buenas feministas" que tanto se jactan de ser, esas que postean la preocupación en el numero de mujeres muertas a manos de varones, las que tienen tan la posta del feminismo que esta vez no empoderaron a ninguna mujer y la "violenta" con su corazón humildad y muerte hizo mucho mas”. (sic)

Esto es parte del fuerte descargo de Paula Gialdroni, que sin editar ni corregir, NOVA muestra para tratar de entender un hecho fatal y dramático que debería ser investigado por la justicia.

Es imposible admitir de quienes sufren violencia y reclaman derechos para las mujeres, que pretendan conquistarlos con acciones violentas y ofensivas. En un contexto de Estado de Derecho no lo debemos admitir. Claro que los políticos o funcionarios le temen en demasía y hacen la vista gorda ante tantos hechos fuera de la ley y aceptan de esa manera que todo el abuso que han hecho en toda la Argentina -para reclamar derechos- queden impunes, naturalizando así accionar destructivo, ofensivo, violento, lleno de odio y de rencor que aplasta los derechos de otros ciudadanos y ciudadanas que no piensan como ellas.

El Estado Nacional, Provincial y la Justicia debe intervenir y poner límites a un pequeño sector de las activistas por los derechos de la mujer porque están deslegitimando aquellos reclamos que son justos y deberán aceptar lo que nuestras leyes y Constitución digan.

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