Opinión
Nuestra Argentina

Es momento de escuchar

Germán Oestmann - Rector de UNCAUS.

Nota de opinión del doctor Germán Oestmann - Rector de UNCAUS

Realizar una reflexión que nos permita comprender e interpretar los sucesos y circunstancias extraordinarias por las cuales transita nuestra Nación, constituye un imperativo moral y necesario para todos aquellos que aún soñamos con alcanzar la tan ansiada unidad espiritual y material de los argentinos.

Debemos avanzar en la búsqueda de miradas y criterios comunes que nos inviten a ser partícipes en la construcción de espacios institucionales que nos brinden la posibilidad de expresar y canalizar nuestros conflictos de manera tal, que ningún sector social se sienta relegado en esta convocatoria trascendental para poder hacer realidad ese sueño llamado Argentina.

Es justo mencionar que luego de la pandemia de Covid-19, la enorme mayoría de las Naciones han sido conmovidas hasta sus cimientos en lo que respecta a la necesidad de avanzar en la reformulación y construcción de una nueva arquitectura internacional, en la cual el capitalismo financiero y especulativo puedan ser desterrados para dar lugar a un capitalismo virtuoso de producción y consumo en donde la protección del ambiente, y el respeto a la diversidad constituyan banderas fundamentales.

Es preciso destacar que los sistemas democráticos han sido puestos a pruebas en los mayorías de los países llamados del “primer mundo”, ya que la irrupción de la pandemia no solo ha provocado la pérdida de millones de vidas a nivel mundial, sino que también ha destruido millones de puestos de trabajo y ha impactado de manera negativa en la formación y en la educación de nuestros jóvenes.

En este sentido, es conveniente destacar que el hartazgo y la enorme percepción que poseen los pueblos acerca de la incapacidad de resolución de sus necesidades y demandas elementales, es cada vez más frecuente. Se observa de manera permanente y cotidiana una enorme frustración y escepticismo en nuestra ciudadanía, principalmente en nuestra población más vulnerable, que observa como sus esperanzas son sometidas a largas esperas vilipendiadas en el tiempo.

La República Argentina, nuestra amada Patria, produce alimentos para 400 millones de personas, sin embargo, mantiene un 37 por ciento de pobreza en su población con 10, 8 millones de personas incluidas en ese lamentable guarismo junto a 2, 4 millones en situación de indigencia según el último informe del Indec, correspondiente al segundo semestre de 2021. Estas cifras pavorosas debieran generar un enorme dolor en todos nosotros, y es pavoroso la súplica de la ciudadanía en poder ofrecer un horizonte de trabajo, paz y seguridad para las familias.

Debemos ser cultores del respeto a las instituciones democráticas entendiendo que existen diversas verdades relativas y que la imposición del pensamiento único solo aplasta la diversidad de opiniones, oscurece el debate e impide la libertad de expresión. Tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas para seguir las palabras del Papa Francisco y consolidar definitivamente la cultura del encuentro para terminar con los divisionismos históricos que tanto han dañado a nuestra Patria.

Pensar en un futuro colectivo que nos permita representar a los excluidos, a los diferentes, a los desterrados, a los marginados, a los decepcionados. A todos aquellos, que aún sin compartir nuestra filosofía de pensamiento se encuentran hermanados a nosotros en el mismo grito y la misma fe a través del trabajo genuino y cotidiano, con el que hacen grande e inmortal a la Patria.

Contribuir al diálogo sincero y genuino implica pensar definitivamente en políticas de largo plazo que abandonen las miradas Nadie sale indemne de este torbellino de malestar y desasosiego que amenaza con sacudir el sistema hasta sus cimientos para regenerarlo completamente.

Debemos escuchar la voz del pueblo para interpretar sus anhelos más profundos y poder construir definitivamente la Nación que todos nos merecemos. Estamos absolutamente convencidos acerca de la necesidad de realizar una revolución espiritual y ética, que nos permita tener siempre presente en todas las decisiones a nuestro pueblo.

Mariano Moreno aún nos sigue recordando que “Si los pueblos no se ilustran , si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no sabe lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte, mudar de tiranos sin destruir la tiranía”.

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