Opinión
En busca del respeto

Bienvenido a la democracia

Por Maximiliano Mosdien

Especial para NOVA

Históricamente nuestro país ha sufrido en diferentes etapas, distintos golpes de Estado que culminaron en gobiernos de facto (más precisamente en seis ocasiones). En la actualidad nos encontramos viviendo en el marco de un régimen democrático desde la asunción a la presidencia de Raúl Alfonsín (10 de diciembre de 1983), cuando culminaba el mal llamado Proceso de Reorganización Nacional, la última y más sangrienta dictadura cívico-militar de la que se tenga registro.

Además de darle el poder al pueblo a la hora de decidir quiénes nos representarán en algún espacio de poder en la vida política, la democracia se sustancia como un medio para la protección y el ejercicio efectivo de los Derechos Humanos. Esos valores se han incorporado en la Declaración Universal de Derechos Humanos y han sido desarrollados aún con más detenimiento, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que consagra una multitud de derechos políticos y libertades civiles en los que se basan las democracias más significativas del mundo.

Suscribo estas líneas en virtud de que el pasado fin de semana en una fiesta, estando con amigos tuve que pasar por una situación poco feliz, ocasión en la que un particular no paraba de increparme y gritar frases violentas hacia mi persona sólo por mi marcada y reconocida identidad ideológica partidaria. En primera instancia lo miré y me acerqué a saludarlo como para dejar en claro que no tendría que haber riña alguna por tan pobre raciocinio de su parte, evidenciado en el ataque verbal. Lo lamentable es que el señor no lo entendió y en repetidas ocasiones de la noche, continuó haciendo un espectáculo innecesario en el momento y lugar equivocado.

Esta situación me llevó a pensar en que aquella democracia que profesaba el doctor Alfonsín (algo utópico) con la que “se come, se cura y se educa”, también abrió las puertas a distintas perspectivas: miradas, pensamientos e ideologías fueron prosperando o decayendo con el pasar del tiempo y según las circunstancias; pero teniendo siempre sustento en la lucha y el respeto a ellas y las demás. El avance de la democracia (que ha sido gradual y constante) es una construcción colectiva. Esto no es un logro de un partido ni de un hombre sino de la interacción de la sociedad toda, y su perfeccionamiento es un ejercicio acumulativo en el que las buenas prácticas se potencian con el conocimiento de los derechos políticos y el cumplimiento de los deberes de la misma índole. Por lo mismo, me animaría a decir que en la actualidad la democracia no es un simple sistema de gobierno sino un estilo de vida, que nos permite participar, nos involucra en el esquema político y de ese modo se engrandece alcanzando todos los ámbitos de nuestra vida.

Para que esto suceda, una de las cosas más importantes y necesarias, es que los jóvenes que elegimos embanderarnos partidariamente, aprendamos de los grandes ejemplos que nos ha brindado la historia en pos de constituir la unión nacional y consolidar la paz interior, tal como reza nuestra Ley Suprema. Uno de estos tantos ejemplos que podría enumerar y que me atrevo a sugerir como lectura para la comprensión del ejercicio democrático, es el discurso del doctor Ricardo Balbín en el funeral del general Juan Domingo Perón: “…la fuerza de la República, la comprensión del país, pone una escena distinta: todos sumados acompañándolo [a Perón] y todos sumados en el esfuerzo común de salvar para todos los tiempos la paz de los argentinos. Este viejo adversario despide a un amigo. Y ahora, frente a los compromisos que tienen que contraerse para el futuro… yo le digo Señora Presidente de la República: los partidos políticos argentinos estarán a su lado en nombre de su esposo muerto, para servir a la permanencia de las instituciones argentinas, que usted simboliza en esta hora”.

Pienso como joven, como militante y como enamorado del sistema democrático, que tenemos por delante el desafío de ser capaces de lograr lo mínimo de aquí en adelante: respeto. Sólo así podremos seguir siendo obreros de esta construcción. Mientras tanto, a aquél querido compañero le digo: Bienvenido a la democracia.

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