Política
Panorama político nacional

Sin descuidar a nadie: paritarias, precios y 2015

Capitanich, el portavoz del Gobierno. (Dibujo: NOVA)

Llegó la hora. La Casa Rosada se apresta a iniciar el mes de marzo con la discusión por las paritarias en el centro de la mesa. Lo que se diagramó durante los agitados meses del verano se concretará en el inicio de una puja que muchos ven como la más compleja de la era kirchnerista.

La prueba de fuego fue el piso para los gremios docentes, establecido en un aumento del 22 por ciento en tres tramos. Rechazada, la cifra obligó a pasar a un cuarto intermedio para el lunes. El cálculo resulta especialmente sensible porque de esos números se atarán las provincias para acordar con los maestros; cualquier gobernador puede hacer ensayos, pero todos esperan la resolución de la pauta nacional.

No fue un buen comienzo. Las negociaciones continuarán y se presume que podría alcanzarse un acuerdo con el correr de las ofertas. El gobierno de Cristina Kirchner se enfrenta así a sus propios desmanejos a la hora de discutir salarios: los gremios reclaman una suba acorde al alza de los precios, reconocida tardíamente con el nuevo índice de precios al consumidor del Indec.

Antes y después, el kirchnerismo seguirá batallando con los acuerdos de precios, tan difíciles de elaborar en la teoría como de controlar en la práctica. La primera iniciativa, voluntarista y acaso reflejo de la terquedad presidencial, fue el plan “Mirar para Cuidar”, que apenas si se desplegó en alguna destemplada zona del Gran Buenos Aires. Conscientes de esa falencia, la nueva etapa del programa “Precios Cuidados” aporta instrumentos tecnológicos y la vía de las sanciones para que las empresas no reincidan en sus estrategias de remarcación.

Todo eso puede estar claro y hasta conformar una iniciativa encomiable, pero ningún acuerdo se sostiene sin las condiciones macroeconómicas favorables. Lo dijo Aldo Ferrer, un economista afín al pensamiento oficial: lo ideal sería que no hubiera controles. La regulación estatal en un nivel superior al de las góndolas debería garantizar que la inflación no se descontrole.

Axel Kicillof y los suyos pueden aceptar el alza de precios como parte de un crecimiento económico orientado a fomentar el consumo y robustecer el mercado interno. De hecho es el debate de los gobiernos populistas en la región. Pero los actuales niveles de inflación doméstica impiden hacer frente a los reclamos salariales y planificar el mediano plazo. Puertas adentro, el Gobierno aún no termina de digerir la devaluación de enero. Sin estadísticas oficiales confiables, trazar un diagnóstico era una quimera. Aunque tarde, y sin recambio de la cúpula del Indec, el camino empezó a desandarse.

Los popes

La CGT oficial enfrenta el mismo dilema. Recibe a diario el malestar de las bases y se propone plantarse al Gobierno sin medias tintas; por las dudas, la Rosada les adelantó a los popes que la discusión de cada sector será “libre”. Ninguna asoma sencilla.

La transitada unidad de la central, que la mayoría estipulaba para después de las elecciones, también quedó lejos. Quizás las paritarias hayan sido la clave para la contención. Rápido de reflejos, el Gobierno anticipó que no había imposiciones –aunque no se descartó el aumento por decreto para los docentes-, lo que parece haber abierto una tregua entre los hombres de Antonio Caló, que atienden la puja salarial al mismo tiempo que el armado peronista para 2015.

Ahí se filtran todos. Y esa misma discusión es la que parece alejar a Hugo Moyano de sus ex aliados. Antes de octubre, en ambas centrales daban por descontada la vuelta a las bases; incluso entre los caciques sindicales que abrevan en el massismo. Hoy, las posturas políticas tornan irrealizable esa confluencia.

En ese juego, Daniel Scioli pretende moverse como un pez en el agua. Ya se plantea como el candidato del “consenso”, un gobernante que sabrá ver lo mejor de la década kirchnerista y corregir los desvaríos. Es una tarea de orfebre. Sabe que no estará solo: lo miran con recelo compañeros gobernadores como Juan Manuel Urtubey y el “lanzado” Sergio Urribarri y ministros de la talla de Florencio Randazzo. Todos aspiran a ordenarse en las PASO.

Por fuera, Sergio Massa los mira “reproducirse” y espera engrosas las arcas del voto antikirchnerista. Pero no descuida el territorio y ya anotó la incorporación de un cacique del Conurbano como Raúl Othacehé. Para el tigrense, es el momento de juntar a todos. Aunque, claro, sin descuidar el peronismo.

Nicolás Poggi (@pogginico), acreditado de NOVA en Casa Rosada.

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