Sara Consuelo Miguel nació en Buenos Aires el 27 de abril de 1925. Y a los tres años de edad al morir su madre queda a cargo de su padre y su abuela paterna. Concurrió al colegio de las Hermanas Vicentinas, donde se recibió de maestra y allí comenzó a ejercer la docencia hasta cumplir la mayoría de edad. A los 21 años (año 1946) recibe con mucha emoción el nombramiento como maestra en la escuela Nº255 de Juan José Castelli, lugar al que accedió en tren junto a otra maestra de nombre Haydee Ariño.

La anécdota: “Sintió la soledad más terrible de su vida”

La primera noche en Castelli, según cuenta, fue el momento que sintió la soledad mas terrible de su vida y después de llorar varias horas se durmió en un catre, que le habían dado, con el convencimiento de volver a Buenos Aires en el primer tren que saliera. Pero al amanecer del nuevo día le trajo el cariño y el respeto de la gente del pueblo lo que hizo que a partir de ese momento los considerara parte de su familia y según sus propias palabras en Juan José Castelli paso los años mas felices de su vida, ya que fue allí donde conoció a su marido - un comerciante del pueblo don Carlos Ponchon – de cuyo matrimonio nacieron sus dos hijos – Carlos y María Cristina (titi) – también en ese lugar nació la amistad con otras maestras, vecinos, padres y madres de alumnos que la han acompañado a lo largo de su vida.

Su vida la dedico a su familia y a la docencia, ya que siendo maestra en la escuela Nº 255, observo que había mucha gente mayor que no sabia leer ni escribir y comenzó a censarlos con la idea de crear una escuela para adultos, acompañada por su gran amiga Tonka Santamaría y Nélida de Merino, trabajo que fue a Honorem los primeros años. También dedico muchas horas a preparar niños egresados de la escuela primaria para que ingresaran a la secundaria de Sáenz Peña, y mas tarde cuando se creo la escuela secundaria Nº71 en Castelli, enseño castellano (por lo que por esos tiempos comenzaba su día a las 7hs. Y terminaba a las 21hs) hasta la llegada de los nuevos profesores. Luego fue nombrada inspectora, cargo con el que le llego la jubilación.

Siempre siguiendo la ruta de sus hijos, vivió en Córdoba y ahora a los 89 años vive en Mendoza, olvidándose de algunas cosas del presente, pero teniendo siempre en su memoria y en su corazón a aquel pueblito y aquella gente que la acobijo en su juventud y a la que ella sigue amando y valorando a la distancia.