Perfiles urbanos
Por medio de esculturas

Historias de un hombre que esculpió sus sueños

Humberto Gómez Lollo fue esculpiendo su camino y logró el reconocimiento de sus pares, amigos y de la gente, carrera meritoria del Gran Premio de Honor.

Con voz suave, manos marcadas y perfil bajo, el escultor Humberto Gómez Lollo fue esculpiendo su camino y logró el reconocimiento de sus pares, amigos y de la gente. Casi 50 años que no fueron en vano, sacrificios que valieron la pena ya que es uno de los escultores que recibió el Gran Premio de Honor.

Dueño del Museo que lleva su nombre y de grandes ideas. Compañero y hermano de Fabriciano. Trabajador inalcanzable de la cultura. Amigo querido por todos, docente estructurado pero siempre agradable con sus alumnos. “Estoy en un muy buen momento artístico, porque me encuentro creando. Me siento en plenitud para hacer mis obras, porque el trabajo en esculturas es pesado, pero después de casi 50 años seguir esculpiendo para mí es vivir la vida y encima haciendo lo que me gusta”.

Gómez Lollo nació en Resistencia, Chaco, en 1942. Es Profesor de Dibujo y Escultura egresado del Instituto Superior de Bellas Artes de Resistencia, estudió con Mauro Glorioso, Francisco Reyes y Enrique Gaimari, con pasado en el ejercicio de la docencia, además de haber sido director de la Escuela Secundaria del Barrio 500 Viviendas de Barranqueras y la Escuela Secundaria Julio Cortázar de Resistencia.

Con sus trabajos como artista, expuso en Argentina desde 1974, concurrió a Festivales y certámenes de escultura en Finlandia, México, Noruega, Paraguay, Canadá, Japón, Italia, Estados Unidos, Francia y Alemania.

“Es muy difícil decir o sentirse como referente de la cultura chaqueña, pero la gente sabe reconocer mi trabajo y me hacen sentir que soy un referente. El público es quien tiene que juzgar si uno es o no, lo mismo me pasa cuando me dicen que soy escultor y ese título no se recibe en ningún lado; es más, en Bellas Artes egresé como profesor pero no como escultor de profesión, eso viene a través de los premios y reconocimientos y te vas acostumbrando. Casi a 50 años lo tomo con más tranquilidad, antes me llamaba la atención”.

En una larga lista de premios, obtuvo el Segundo Premio en el Salón del Noroeste Argentino de Resistencia en 1973, Mención de Honor en el Salón del Litoral en Paraná en 1975, Mención en 1978, Tercer Premio en 1980 y Mención de Honor en 1982 en el Salón Nacional de la Madera de Resistencia en 1978, Primer Premio en el Salón Nacional de Salta en 1979, Primer Premio Homenaje al Centenario de la Fundación de Formosa en 1979, Primer Premio en la Bienal del Chaco en 1979, Medalla de Oro en el Salón Nacional de Villa Constitución en 1979, Premio Estímulo a las Bellas Artes del Gobierno del Chaco en 1980, Primer Premio en el Salón Regional de Misiones en 1982, Primer Premio en el Salón Nacional de Santa Fe en 1984, Mención en 1984 y Segundo Premio en 1986 el Salón Nacional en 1984, Tercer Premio y Gran Premio de Honor en el Salón Nacional de Tucumán en 1985, Primer Premio en el Salón del Noreste Argentino en Posadas en 1985, Premio Gobierno en el Salón Nacional de Córdoba en 1990, Primer Premio en el Salón Nacional de Mendoza en 1991, Primer Premio del Concurso Internacional de Escultura en Madera de Cortina d'Ampezzo en 1987, Segundo Premio y Premio Especial del Jurado en el Concurso Internacional de Escultura en Madera de Bardonecchia en 1987, Tercer Premio en el Concurso Internacional de Escultura en Nieve de Quebec en 1990, Gran Premio en el Concurso Internacional de Escultura en Nieve de Sapporo en 1998 y Mención de Honor en el Concurso de Escultura en Nieve de Nagano en 1998.

“Mis amigos, mis colegas docentes y la gente en general siempre me dicen que soy muy bajo perfil, pero yo estoy muy contento con mi trayectoria, ya que fui reconocido en muchos lugares del mundo. Yo creo que el ser humano es como es, y me siento contento como soy. Una vez saliendo de Casa de Gobierno me para una señora y le dice a la hija: `Este señor es quien nos representa tan bien en el mundo`. Y eso para mí es un gran reconocimiento. Nunca me sentí grande, siempre trabajé para que sea reconocido mi trabajo y la historia se encargara de juzgarme si hice algo bien y qué dejo a mi provincia”.

En cuanto a su legado, destaca: “Para la historia quedarán el Museo, en avenida Laprida y López y Planes, y esculturas que están distribuidas en varios puntos de la ciudad, como por ejemplo en Arturo Illia, en Obligado 170, en Paraguay y avenida Sarmiento, en Sarmiento al 270. Es realmente grande el trabajo que dejo en Resistencia. Más allá del patrimonio escultórico que dejo, también le entregué mi vida, mis sentimientos porque acá está mi familia, mis amigos, mis verdaderos amores, por eso es que siempre vuelvo al Chaco y siempre voy a ser de estas calles.

Claramente, en todo este contexto, prepara a la nueva generación: “Le diría que hay un secreto, que no es tan secreto, que es el trabajo. Yo siempre dije que el escultor es aquel que trabaja para lograr lo que tiene en la cabeza y no solo se queda en palabras. Cuando yo conozco a alguien que se presenta como escultor, le pido poder ir a ver sus obras, porque no es lo mismo conocer lo que hacen a lo que te cuenta, porque la verdad es que de palabra todos siempre somos los mejores. Siempre hay que tratar de crear, porque nadie tiene la verdad absoluta, incluso yo siempre pensé que hasta los críticos de arte tienen que hacer una obra mejor para poder hacer sus críticas. Hay que dejar que las obras hablen por uno mismo, transmitir a través de nuestras manos”.

Para finalizar, se destaca una de las “críticas” hacia el trabajo de Gómez Lollo que él siempre rememora: “Su obra eslabona en períodos que van de la figuración a la abstracción contenida, muestra un rigor conceptual y una ajustada adecuación de recursos técnicos y medios matéricos”, había reflexionado Jorge M Taverna Irigoyen en Escultura argentina hoy allá por 1993.

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