Perfiles urbanos
Dibujando “animalitos”

Del "agobio de la rutina" a convertirse en un referente de la pintura

"Quería descansar de la economía, descansar del malestar del banco, del agobio, de la deuda. Así empezó mi historia, sin querer", recuerda el artista Milo Lockett.

La carrera de un artista puede comenzar de diferentes maneras, pero la de Milo Lockett quizás es de las más “extrañas” o diferentes por decirlo de alguna manera. El artista empezó, casi de casualidad, cuando decidió cerrar su fábrica textil tras la crisis de 2001, y desde allí, se destaca por la utilización de elementos de uso cotidiano en sus obras, desde artículos de librería e indumentaria hasta accesorios tecnológicos.

Lockett es artista plástico, autodidacta, y comenzó su carrera luego de trabajar varios años en la industria textil, cuando en 2002 cerró su fábrica y estampadora textil, y abandonó completamente sus actividades empresariales para dedicarse por completo a la pintura.

“Fue un hallazgo encontrarme con el dibujo y con la pintura desde el juego y eso lo entendí desde muy chico. Cuando a veces doy una clase planteo que no existe el niño artista sino que los chicos tienen que jugar con el arte y que nuestro rol como adulto sean no tanto desde el conocimiento sino tratar de impactar a través de la seducción del arte en la sensibilidad”, cuenta como una de sus primeras vivencias el artista.

A lo que agrega: “Hasta la crisis del 2001 pensaba que iba a ser industrial textil. Me gustaba la fábrica, tenía una chiquita pero muy bien armada. Tenía unos locales al público y me gustaba. Me sentía orgulloso porque generaba trabajo, me sentía orgulloso porque prendía las luces y las apagaba. En la crisis decidí cerrar y retomar con la pintura. Yo había perdido todo y, en el último envión que hago de la pérdida, tomé la decisión de ponerme a pintar para descansar de la crisis. No sabía qué hacer. Tenía una hija de tres años, no tenía nada, ni para tomarme un café. Era terrible eso de pasar a tener 21 empleados a no poder pagar la luz o comprar un paquete de cigarrillos”.

Resistenciano, nacido el 1 de diciembre de 1967, actualmente vive y trabaja en Buenos Aires y desde su taller, situado en la calle Cabrera 5507 comparte una identidad pictórica que lo convierte en uno de los artistas argentinos más destacados del momento.

Sus referentes se encuentran en la obra de Jorge de la Vega, Nigro, Macció y Deira; y el público de Milo abarca desde grandes coleccionistas a jóvenes empleados y profesionales que están buscando su primera obra de arte.

“Cuando empecé hice una muestra en el Centro Cultural Nordeste y me buscaron dos artistas que siguen siendo amigos míos hoy en día, Dante Arias y Rolando Sá Fleitas, y ellos organizaban el cronograma del centro cultural. Uno sabía que yo estaba pintando en ese momento y me dice: ´Queremos hacer una muestra y que vos muestres´. Yo tenía mucha obra sin mostrar. Al otro día de hacer la muestra me senté en la cama y dije: ´voy a cerrar la fábrica´, y me puse a pintar como si hubiese pintado todos los días de mi vida. El primer año fue durísimo porque yo vivía de vender el aire acondicionado, de vender estanterías, todo lo que me quedaba. Después decidí que tenía que hacer algo con esos cuadros y los vendía muy barato. Yo lo que quería era tener un trabajo”, recuerda.

Lockett dona anualmente un promedio de 40 obras para subastas a beneficio del Hospital Pediátrico de Resistencia, trabajo realizado con adolescentes dentro de un proyecto de prevención de HIV - Cruz Roja Argentina. Además, ha colaborado para UNICEF en el proyecto “Un Minuto por mis Derechos” en el 7º Encuentro de Niños y Jóvenes escultores bajo el tema “Los Monstruos de Berni y Juanito Laguna”.

“Soy solidario porque toda la vida fui solidario. Lo hablo con Juan Carr, que es uno de mis referentes y somos amigos. Uno es solidario con el entorno primero. No se puede ser solidario con la gente de la villa de Catamarca y vivir en Buenos Aires. Uno tiene que ser solidario con los vecinos, con los hermanos. Muchas veces me preguntan cómo empezar a hacer cosas solidarias. Uno es solidario cuando se levanta en el colectivo y le da el asiento a una mujer, a una señora mayor, cuando ayuda a alguien a cruzar la calle”, cuenta Milo.

Y destaca: “Ahí está la buena práctica y siempre digo: ´Cuando van a donar algo miren a su barrio´. Siempre tenemos cerca un geriátrico o un hospital, una salita. Entonces, cuando vas a hacer una acción no hace falta cruzar toda la ciudad o la provincia para llevar algo. A lo mejor, a 10 cuadras de tu casa hay una familia que está en el piso y podes llevarle comida y ayudarlos con una frazada. Así se empieza”.

Milo se ha convertido en un referente del arte, desde ese rol, manifiesta: “Defiendo mucho el pintar porque tengo ganas de pintar, porque si no es como que todo se vuelve literal, todo parece literatura. A lo mejor puedo contar algo si quiero y también tener la posibilidad de pintar un delfín porque tengo ganas, porque me gusta que esté en la pared de mi barrio. Hay que dejar y salir un poco de la historia trágica porque si no todo es trágico y tremendo, y todo tiene un relato de recuerdos. Está bueno pintar algo que me guste, algo que le ponga color a mi vida, algo que me traiga un recuerdo lindo. No quiero decir que pintar reflejando historias está mal”.

Lockett también ha realizado talleres masivos de pintura al aire libre en el Festival de la Triple Frontera, Paraguay, Brasil y Argentina, Chaco, Jujuy, Corrientes, Misiones, Santa Fe y Buenos Aires.

Recordando experiencias vividas, Milo ha recorrido un sinfín de países, en los que ha visitado colegios y universidad, por lo que reflexiona: “Argentina es un país que tiene una extensión increíble, tenemos todos los climas, tenemos el suelo increíble, el mar es increíble, todas las provincias son lindas y tienen algo para dar, por eso somos un país tan hermoso. Tenemos que poder salir de esto y la única salida posible es la educación, invertir y apostar a la educación”, finalizó.

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