A esto hay que sumarle que la interna radical chaqueña comenzó a calentarse luego de que se filtrara que desde la Casa Rosada ven con buenos ojos a Bruno Cipolini, hijo del intendente de Sáenz Peña y candidato a vicegobernador de Aída Ayala el año pasado, para encabezar la lista de legisladores nacionales que se pondrán en juego el año que viene. Rozas ya diagrama el escenario electoral del 2017 con un delfín de Convergencia Social encabezando, pero el balde de agua fría también cayó de repente con las duras críticas del único dirigente puro del PRO en la provincia, Luis Obeid, que relajó a los diputados provinciales con los cuáles comparte bloque.

El Chaco se encuentra inmerso en una gran contradicción. Con un Gobierno justicialista dispuesto a negociar con la Nación para poder brindar soluciones y resolver la problemática de los chaqueños, las trabas aparecen desde la bancada supuestamente macrista a la hora de aprobarse las leyes en la Legislatura provincial. El claro ejemplo es el de la aprobación del pasado miércoles de la ratificación del convenio entre Macri y Peppo rubricado en Córdoba el mes pasado, que los mismos diputados chaqueños de Cambiemos dilataron por tres sesiones.

Esto fue el motivo del disgusto macrista, ya que queda claro que resulta muy difícil mantener una identidad como bloque dentro de una construcción política de un proyecto nacional y provincial, con todos los matices que incluso el propio radicalismo tiene en su rica historia en esta provincia.

Ahora solo resta saber si con el tirón de oreja que recibieron Ángel Rozas y sus delfines en Resistencia esta actitud continúa, o de una vez por todas se comienza en pensar en el progreso del Chaco y su gente.