“El abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes, a muchos los lleva a una discapacidad, y también ataca a las personas con discapacidad. Es una de las peores formas de violencia contra la niñez y adolescencia. Lo preocupante es que las personas con discapacidad neurológica no se pueden expresar, tampoco denunciar” señaló Giuggia.

A lo que añadió: “Cuantos más eventos de estos haya, llegará la información a más familias con sus hijos y con los años habrá menos víctimas de abusos infantiles, tenemos la obligación como organizaciones civiles de crear conciencia y apoyar el trabajo de la Iglesia de la Ciudad y después colaborar difundiendo y así proteger a nuestros seres más preciados, que son nuestros hijos”.

Giuggia pidió a los padres que escuchen y observen el comportamiento de sus hijos porque el abusador puede estar dentro de la familia, en la escuela, vecindario o amigos que frecuentan nuestra casa, y que no tengan miedo de denunciar a la justicia sea quien sea.

“Los niños/as y adolescentes con discapacidad, más si son neurológicos, deben acompañarlos y esperarlos en las instituciones educativas y en otras actividades, porque son los más vulnerables. Nadie debe inferir o aconsejar como debemos cuidarlos a nuestros hijos y menos dejarlos solos para ir y regresar a sus hogares” continuó.

Finalmente, el dirigente aclaró: “El abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes es una de las peores formas de violencia contra la niñez y la adolescencia. A pesar de ser un problema que crece en el mundo, la mayoría de los casos no son detectados ni denunciados. Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cinco mujeres y uno de cada trece varones han sufrido abusos sexuales en la infancia. En Argentina, las estadísticas del Ministerio de Justicia muestran que en los últimos quince meses hubo 2.094 niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual. Los especialistas aseguran que esos números representan una ínfima parte de lo que sucede en la realidad”.