M.A. es de raíz indígena. Su abuela materna es wichí y su abuelo es criollo. Su mamá, que ya es mestiza, está separada del padre criollo de la niña. Se concubinó con una nueva pareja. Las pocas referencias que existen, indican que la madre y su concubino serían alcohólicos, sin tratamientos. M.A. conoce a su padre, pero no quiere vivir con él. Guarda silencio sobre el tema, según fuentes hospitalarias.

Historias de derivaciones frustradas

M.A. llegó al Hospital de Sauzalito cursando un avanzado embarazo, sin controles prenatales del tercer y sexto mes. No contaba con ningún estudio complementario ni examen clínico. Ingresó por Guardia y a último momento, aunque antes de parir fue trasladada al Hospital de Castelli porque la niña cursaba un embarazo de alto riesgo tomándose en cuenta su edad y contextura física. Sin embargo, por motivos que siempre permanecen ocultos, fue “rebotada” en el Hospital del Bicentenario, que es el de mayor complejidad y el de referencia regional para todo el territorio conocido como El Impenetrable.

El Impenetrable: en el nombre de Josefina y de Rupercia del paraje Sauzal

Por la deshumanización del Hospital de Castelli que marca su funcionamiento diario, M.A. fue “devuelta” al Hospital de Sauzalito. Poco después, el parto se produjo el 26 de diciembre y fue “re-complicado”, según manifestó uno de los profesionales que intervinieron. Durante todos esos días la temperatura promedio varió entre 38/39 grados, con una sensación térmica de alta potencialidad. Sin embargo, M.A. fue derivada dos veces al Hospital de Castelli, en ambulancias muy precarias, que no tienen aire acondicionado en la caja de carga. No obstante ello, a una paciente de alto riesgo le hicieron recorrer 1.120 km. por picadas arenosas, difíciles de ser transitadas, con unidades modernas que fácilmente se rompen, a cargo de choferes que no fueron suficientemente capacitados para manejar esos automotores tan complejos, fabricados en el primer mundo para que circulen en rutas asfaltadas.

Múltiples abandonos

El caso de M.A. ya fue “institucionalizado” a través de la presentación de una denuncia ante la Policía de Sauzalito, que probablemente sería enviada (la actuación preventiva) al Juzgado Multifueros de Misión Nueva Pompeya, que interviene en el caso aunque en realidad debe girar las actuaciones al Juzgado de Instrucción de Las Lomitas, Formosa, en virtud de que la convivencia entre M.A. y el criollo adulto (59 años) desde 2015 y el abuso se desarrolló en esa Provincia y embarazó a la menor mientas vivían en el paraje La Lagunita, cuyo territorio ampliado se conoce como La Banda.

Tal vez anticipándose a la cuestión judicial que se avecina, este criollo haya decidido no acompañar a la nena a la atención sanitaria y el parto en el Hospital de Sauzalito. Una tía materna estuvo al lado de M.A.

Y es que tras la atención en el área de Salud Pública de Chaco se dio intervención a la Justicia provincial, activándose el “protocolo respectivo”, argumento bastante repetido en los discursos de los funcionarios públicos para justificar ante la opinión de la comunidad que todo está bien y que lo que está mal será absolutamente esclarecido en forma rápida. La realidad muestra otra cosa, incluso desidia, desinterés y encubrimientos, sobre todo cuando están de por medio los poderes políticos y económicos.

El sistema penal también tendrá que investigar la entrega que habría efectuado la madre de M.A. hace tres años para darla a un criollo adulto, viudo, de 59 años, para que convivieran. No se puede descartar la figura de la “manceba” porque sería la raíz de lo que luego fue el proceso de iniciación precoz de M.A. en su vida sexual, seguida del embarazo no deseado. Tampoco se puede descartar que la madre de la niña la haya entregado con otros fines y porque no podía mantenerla, incluso no mandándola a la escuela.