Política
Panorama político nacional

Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad

Cristina, Máximo y un espejo en que el kirchnerismo no debe estar gustoso de mirarse. (Dibujo: NOVA)

Las diatribas de La Cámpora suenan a experimento. Un acto reflejo destinado a conservar el poder y la iniciativa política hasta el último día. La expectativa sobre una posible candidatura de Cristina puso un signo de interrogación sobre el campo opositor, que “picó” y se prestó al juego. Los jóvenes que rodean a la Presidenta pueden sonreír. Por ahora la estrategia marcha viento en popa.

¿Qué pasará con la Presidenta después de 2015? Pocos tienen definiciones. Algunos la imaginan como la “gran electora” del peronismo, una figura excluyente que marcará el rumbo desde el llano. Otros sueñan con ver su nombre como garante de la boleta del FpV: no faltaron las hipótesis de laboratorio sobre probables candidaturas. Distritos sobran.

Si bien el propio “Wado” De Pedro aclaró que no está en estudio ningún proyecto de reforma de la Constitución, el ensayo se extiende más allá de las posibilidades formales. Kunkel planteó que, si no se puede derogar una ley, habría que “cerrar el Parlamento”. Distintos componentes de la misma estrategia: la Presidenta como el centro de atención que se proyecta más allá de 2015.

Pero la nutrida historia peronista tiene siempre antecedentes a la carta. Algunos recuerdan una reacción similar no muy lejana en el tiempo, aunque hoy parezca a años luz de distancia. Sobre el final de su decenio, Carlos Menem intentó introducir cambios en la Constitución que él mismo había reformado en el 94. Fue el primero en hablar de la “re-re”. Un espejo en que el camporismo no debe estar gustoso de mirarse.

Con el fin de su ciclo y un poder licuado, el presidente riojano ensayó la misma estrategia. Sus laderos comenzaron a agitar la posibilidad de prolongar su permanencia en el poder. Pero el menemismo tenía un adversario interno que no lo iba a permitir. Convencido de que había llegado su hora, Eduardo Duhalde combatió la intentona con toda la fuerza de su aparato. Los más memoriosos evocan el anuncio que hizo en la Quinta de San Vicente: le había torcido el brazo al menemismo.

Es el mismo proceso centrífugo que se advierte por estos días. El desafío camporista no pasa de un mecanismo de defensa ante la cuenta regresiva para el final del segundo mandato de Cristina. El grueso del PJ, que no reconoce lealtades, aspira a conducir esa transición. Scioli, De la Sota y hasta Sergio Massa se codean en la antesala electoral, con el manual de “Conducción Política” bajo el brazo. Todos quieren ser el Duhalde de Cristina.

Pero el kirchnerismo llevará la incógnita al límite, como es tradición. Jugará a la política de postas hasta que el calendario electoral se venga encima. Los precandidatos tachan fechas en sus almanaques a la espera del juicio final. Mal que les pese, la decisión no depende de ellos. Hoy deben esperar.

Menem apuntó a conservar el poder y hasta prefirió otorgar la banda presidencial a un radical antes que su adversario interno fuera erigido como líder indiscutido del peronismo, en su etapa posneoliberal. En cierto modo la jugada le salió bien: volvió a imponerse en las elecciones de 2003, luego del estallido. Pero no contó con la irrupción del kirchnerismo, ese fenómeno todavía difícil de encasillar. Fue su hora.

Ahora, la eventual participación electoral del hijo presidencial en tanto líder salido de las sombras apunta a calmar las aguas: hay continuidad y heredero, con una identidad irrefutable. Ni Urribarri pudo mostrar tanto kirchnerismo. Mariano Recalde, una de las próximas estrellas del firmamento, tiró la ficha sobre la mesa: “¿Quién no quiere una candidatura de Máximo?”.

Hacia adentro, el discurso de Argentinos cristalizaría también la etapa de mayor “camporización” del Gobierno, sobre las postrimerías del ciclo. Fue un sinceramiento gradual. El reverso de ese fenómeno es la partida de la Casa Rosada de uno de los últimos hombres fuertes del PJ.

Esmerilado y aislado por los “buitres de adentro”, Capitanich regresa a su pago chico. En Resistencia ya están acondicionando la residencia oficial, que estuvo en desuso durante el convulsionado interinato de Bacileff Ivanoff. Contra todos los pronósticos, el mandamás chaqueño no logró imponer su candidatura presidencial. Se lo impidieron los jóvenes a los que debía comandar. Una marca de época.

Por Nicolás Poggi (@pogginico), acreditado de NOVA en Casa Rosada.

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