Política
Exclusivo de NOVA

La compleja trama de la persecución política en torno al fallecido juez Ricardo Franco

Ricardo Franco, fallecido recientemente.

En momentos en que el foco está puesto en la relación entre el poder político y la Justicia, tras la muerte del fiscal Alberto Nisman, salió a la luz en Chaco una compleja trama de persecución política que involucra al fallecido juez Ricardo Franco, que supo desempeñarse como ministro del Superior Tribunal de Justicia (STJ).

Fallecido el 11 de enero, Franco se había jubilado en agosto de 2013 para evitar el proceso del juicio político a causa de distintos hechos, como conducir en estado de ebriedad acusaciones de violencia de su entonces pareja María Masso. Había llegado al máximo órgano judicial en 1998, en reemplazo de Guillermo Mendoza, el ex suegro de Jorge Capitanich.

Franco fue uno de los tres ministros del STJ cuestionados antes de 2007 por distintos sectores del Foro por la Justicia Independiente, junto a Ramón Ávalos y Rolando Toledo. Al asumir, Capitanich tomó esa bandera y, poco después, su gobierno presentó un recurso para declarar la inconstitucionalidad de sus nombramientos, aunque la medida no prosperó. El argumento era que los jueces no habían rendido concurso de oposición y antecedentes para ocupar sus cargos, aunque el articulado constitucional que refiere a ese punto generó polémicas.

Para los integrantes del STJ, la presentación ulterior de un proyecto de enmienda constitucional por parte del gobierno provincial para precisar el alcance del artículo en cuestión daba la pauta de que la interpretación de la Carta Magna que legitimó esos nombramientos no fue equivocada.

En cualquier caso, las críticas no fueron sólo por los nombramientos. En lo político, se cuestionó la parcialidad de algunos fallos en razón de la procedencia partidaria de los magistrados; en otros, el hecho de que alguno de esos ministros había sido funcionario de la última dictadura.

En lo que respecta a Franco, en 2012 comenzó a precipitarse su salida después de unas declaraciones radiales en las que vinculó, sin dar nombres, a políticos, empresarios y delincuentes en un cóctel poco protocolar que llevó a la Legislatura provincial a convocarlo para explicar sus presuntas denuncias, y al Consejo de Seguridad Provincial a citarlo para que ratificara o rectificara sus dichos.

A la Cámara de Diputados asistió después de algunos rodeos, pero no aportó dato alguno; al Consejo ni siquiera fue. Tuvo en esos días duros cruces con la prensa, convencido de que le querían hacer "pisar el palito". Lo gracioso de su presunción fue que resultó acertada, pero según fuentes del caso quienes le querían “hacer pisar el palito” eran hombres del gobierno de Capitanich.

La previa

Todo comenzó como con una mujer que, según él, cayó en sus encantos. Sin embargo, lo que Franco no sabía era que “esa mujer”, que no pasaba desapercibida por ninguna mirada, fue contratada para que dejara su lugar en el STJ: trabajaba en el servicio 911.

La artimaña comenzó a dar resultado luego de un accidente en el que el por entonces juez en licencia estaba en supuesto estado de ebriedad y, por esas casualidades, justo un reportero que paseaba por Resistencia se encontró con la escena de violencia y la expuso.

Lo que hasta hace poco nadie sabía es que esa mujer, que era María Masso --conocida en el ambiente judicial por hacer entrar sin examen previo a familiares y amigos-- fue contratada por el entonces candidato a diputado nacional Juan Manuel Pedrini, hombre de estrecha confianza de Capitanich, tras ofrecerle un ascenso al prometerle el traslado a un buen cargo en Lotería Chaqueña. Allí, Pedrini fue presidente y tiene mucha influencia. Pero el pase no se pudo realizar.

Luego, Franco se acogió a los beneficios de la jubilación para evitar el juicio político. Sin embargo, tras su aventura política amorosa, Masso no terminó su derrotero porque luego que fue noticia en todos los medios chaqueños por trasladar droga en un vehículo propiedad de su ex pareja. Una jugada compleja.

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